Pérdida de audición: cuándo y cómo hacerle frente



La primera señal de pérdida auditiva suele aparecer con la dificultad para entender conversaciones con uno o varios interlocutores en ambientes ruidosos, como bares, restaurantes o comidas familiares.

Pero también es habitual que de pronto, “surja la necesidad de tener que subir el volumen de la televisión para entenderla bien, o que sus familiares se quejen de que no se entera cuando le hablan”, advierte Luis Lassaletta, jefe de Sección de Otorrinolaringología del Hospital Universitario La Paz, en Madrid. Aunque no existe un grado de pérdida de audición definido que indique que el paciente debe acudir a un especialista, en general, se considera que debe hacerlo cuando nota diferencia de audición entre los dos oídos o si la pérdida de audición supone alguna dificultad para el desarrollo de la vida diaria.

Las consecuencias de la pérdida de audición varían en gran medida según la edad en la que aparece. En concreto, cuando un niño nace sordo no puede desarrollar el lenguaje, “por lo que es absolutamente fundamental restaurar la audición para que el niño pueda aprender a hablar. Y esto debe hacerse en los primeros años de vida, si es posible en los primeros meses”, comenta el especialista del Hospital Universitario La Paz.
Sin embargo, cuando un adulto se queda sordo ya ha desarrollado previamente el lenguaje, pero no por ello, las consecuencias de la pérdida de audición son menos graves, ya que derivan fundamentalmente en aislamiento, disminución de las relaciones sociales y, en ocasiones, depresión.

Ante esto, es esencial  tratar de preservar la audición independientemente de si la pérdida auditiva se da en los dos oídos o sólo en uno. En palabras de Lassaletta: “las personas que solamente oyen por un oído tienen una cantidad de audición similar a las que oyen bien por los dos oídos, pero no pueden localizar los sonidos, tienen falta de discriminación en ambientes ruidosos y sufren la incomodidad que supone tener un interlocutor que les habla por el lado del oído sordo”. Por ello, cada vez más los especialistas destacan la importancia de restablecer la audición en los dos oídos, del mismo modo que las gafas se utilizan para los dos ojos.

Tipos de pérdida auditiva y soluciones

Niña con implantes
La hipoacusia, o pérdida de audición, puede ser de dos tipos. Por un lado, la hipoacusia de transmisión es aquella debida a un problema mecánico, por ejemplo, un tapón de cera, una perforación en el tímpano “o cualquier causa que haga que el tímpano no vibre bien o que la cadena de huesecillos no transmita el sonido hasta el oído interno”, explica Lassaletta. Por otro lado, en la hipoacusia neurosensorial el problema está en el oído interno o en el nervio auditivo.

Algunas causas frecuentes de pérdida de audición son la presbiacusia o pérdida asociada a la edad, la sordera por medicamentos (ototóxicos) o la sordera genética.

“Las ayudas para los pacientes se han perfeccionado mucho. Aparte de la cirugía para algunas enfermedades del oído y las prótesis auditivas, existen numerosos implantes quirúrgicos que pueden utilizarse cuando la cirugía convencional o el audífono no son una buena solución”, puntualiza Lassaletta. Entre los más conocidos, destacan los implantes cocleares, dispositivos implantables quirúrgicamente que transforman la señal acústica en una señal eléctrica que se transmite directamente a las terminaciones nerviosas del nervio auditivo, desde una guía de electrodos que se coloca dentro de la cóclea. “Son especialmente útiles, por ejemplo, para los niños que nacen sordos y para los adultos con sordera severa o profunda que no se benefician del uso de audífonos”, concreta el experto. 
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