La 'marquinha', la peligrosa moda brasileña de tomar el sol con cinta aislante (foto y video)






La marquinha es la nueva moda que ha hecho que las brasileñas se pongan a tomar el sol durante tres horas al día, sin apenas protección, olvidando las advertencias de los médicos sobre el cáncer de piel y todo para para que se note bien la diferencia entre la marca del bikini y el resto del cuerpo. La impulsora de esta moda es Erika Romero, emprendedora de 34 años que ha fundado su negocio, Erika Bronze, en una terraza del barrio de Realengo, en la zona oeste de Río de Janeiro (Brasil).
Su negocio es bastante curioso, ya que para lograr la que ya se llama "marquinha perfeita" usa simplemente cinta aislante (o a veces esparadrapo) a modo de biquini. "En mi adolescencia la gente ya tenía el hábito de tomar el sol usando solo cinta aislante", ha explicado esta emprendedora de 34 años a la edición brasileña del Huffington Post.
Tras hacer un curso de estética y especializarse en el llamado "bronceado a chorro" (una especia de tinte aplicado sobre la piel que no necesita exposición al sol), Erika tuvo la idea de recibir clientes en la terraza de su casa, que antes estaba situada en la comunidad de Vila Aliança. "Empecé en la comunidad, pero decidí irme al Realengo porque resultaba más fácil para mis clientas y allí fue donde el negoció explotó", cuenta la emprendedora, que afirma que la decisión de abrir su propia casa a la gente ayudó a su negocio. "Acabó resultando más íntimo para las chicas. Soy su bronceadora personal, y mientras ellas charlan y me preguntan cosas. Es más personal".
Según la agencia EFE, Erika facturó el verano pasado unos 80.000 reales —unos 24.000 euros— y esta temporada planea llegar a los 100.000 reales (30.000 euros) gracias a su terraza y al sol.
erika e meninas
Tres años después de mudarse a Realengo, este nuevo espacio acoge a cerca de 25 mujeres cada día, que pelean por una silla de playa para tomar el sol bajo los cuidados de la esteticista. "Tenemos unos cuatro ayudantes que hidratan a las chicas, echándoles agua y recordándoles que deben beber". El día a día se desarrolla con una treintena de mujeres que pagan 70 reales —más de 20 euros— para tomar el sol durante unas tres horas —hora y media de frente y otro tanto de espaldas— mientras hablan con otras clientas, miran el teléfono móvil, les sirven agua fresca y las mojan con pequeñas bombas de agua para aplacar el calor.
La salud, afirma Erika, es un asunto serio para su negocio, aunque los dermatólogos no tienen nada claro que estas sean unas prácticas saludables. Sus sesiones de bronceado se dan entre las 6 y las 9:30 de la mañana, para evitar las horas de sol más fuertes, y todas las clientes deben usar protección solar antes de exponerse al sol. "Las que tienen la piel más blanca usan factor 30; las más morenas, factor 15. Pero todas tienen que ponérselo", cuenta la empresaria.
Según explica EFE, a la espera de que Erika abra sus puertas a las 6 de la mañana —al amanecer de la primavera carioca—, las primeras clientas comienzan a llegar a las 5:30. Para acceder a la preciada terraza, las clientas tienen que madrugar y presentarse en la puerta antes del amanecer o aguardar con paciencia hasta tres horas en la sala de espera. La mayor parte viene de la denominada zona sur de Río de Janeiro, donde se encuentran los barrios turísticos de Copacabana e Ipanema, a más de una hora y media en transporte público y no menos de una hora en vehículo privado. Fernanda, estudiante de 23 años, explica que va a broncearse una vez a la semana desde Duque de Caxias, con un recorrido de más de una hora en transporte público, y lo hace porque bronceada se siente "más guapa, mejor". La joven admite que pasa más de la mitad del día ahí, y que va a seguir haciéndolo. En la terraza de Erika "me siento como en casa", asegura.


Con la tecnología de Blogger.